Experiencias

Ruta del Vino

Nuestro circuito enoturístico se extiende desde la zona productiva del Alto Valle hasta la costa.

La zona del Alto Valle, donde nace el caudaloso Río Negro, es una región con un clima seco, soleado y ventoso. Junto con las cualidades propias del terruño, es ideal para la producción de vinos con características y personalidades únicas. Son varias las bodegas que abren sus puertas para que los visitantes puedan acercarse al mundo de la bebida nacional y a viñedos casi centenarios que aún producen vinos que atraen a los aficionados más entusiastas.

A lo largo del recorrido es posible ver la gran variedad de establecimientos que integran la ruta, desde bodegas antiguas con larga tradición familiar, hasta bodegas más jóvenes que aplican a sus procesos de elaboración tecnología de vanguardia y otros conceptos como la biodinámica.

Y las propuestas diseñadas para los visitantes también son múltiples: van desde degustaciones y visitas guiadas hasta cursos de cata, almuerzos o cenas temáticas, caminatas por los viñedos y, en algunas, también se puede participar, durante la temporada, en actividades de la cosecha como la recolección de uvas. Además, las bodegas más antiguas pueden recorrerse como museos que cuentan la historia de la actividad en nuestra provincia a través de fotografías, maquinarias y objetos utilizados antaño en los procesos de elaboración.

Sin embargo, además del propio encanto que tiene conocer bodegas y degustar sus vinos, las distintas localidades por donde pasa la Ruta del Vino también ofrecen sus atractivos y su gastronomía.

En Gral. Roca, corazón del Alto Valle, se encuentra el Valle de la Luna, una impactante geografía que, debido a la erosión del viento y la lluvia, se transformó en un paisaje inusual que atrae a los que buscan paisajes de naturaleza y fotógrafos.

Además, la gastronomía de toda la provincia está expresada en los restaurantes que acompañan a la Ruta del Vino. Las opciones –basadas en productos de mar, carnes asadas, truchas, comida casera, pastas y más- van desde sofisticados platos de autor hasta comida casera, y desde establecimientos modernos hasta casonas de ambiente familiar.

Recorrer los caminos del Alto Valle a través de sus bodegas es sumergirse en un viaje a la historia de nuestra tradición vinícola y en los sabores de los vinos más australes del mundo.


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