Río Negro es una provincia con una notable variedad de tradiciones gastronómicas. Sus 4 regiones - Costa, Estepa, Valle y Cordillera- presentan características particulares gracias a sus diferentes producciones y estilos gastronómicos. Desde los productos de mar de la costa hasta los ahumados y repostería de la Cordillera; desde el cordero de la estepa a la fruta y vinos del Valle.
Comencemos el viaje culinario por la región de la costa, que una gran tradición basada, claro, en los frutos de mar. Localidades como Las Grutas y La Rinconada son muy buenos lugares para comenzar con la exploración. Por su ubicación, siempre está la posibilidad de probar platos realizados con pesca fresca y del día, algo que no es tan fácil en otros lugares de Argentina. Hay varios clásicos con mariscos, que va desde su combinación con pastas hasta las cazuelas y escabeches. El pulpito, uno de los productos más buscados en el Golfo de San Matías, también puede ser preparado de la misma manera. Si lo que les interesan son los pescados, hay una amplia variedad: lisa, róbalo, pejerrey, lenguado, salmón de mar, entre otros. Entre los más pedidos en los restaurantes se encuentran las salmoneadas, que es una combinación de varios platos como cazuela de mariscos, pulpitos en escabeche, rabas y almejas gratinadas, entre otros productos. Otra opción es la paella, un clásico de la zona.
Claro que la pesca no se limita a la Costa. La región cordillerana, con sus lagos, nos ofrece una muy buena alternativa, como la trucha, que se puede incluir en múltiples preparaciones. Si seguimos en la Cordillera, hay una gran tradición de tortas y repostería. Por un lado, toda la región es famosa por la calidad del chocolate que produce. Y por otro, gracias a la presencia de fruta fina, se pueden crear grandes combinaciones en tortas y bombones. Otro punto importante de la región cordillerana es el desarrollo de productos ahumados, en particular pescados como la trucha y los quesos. Y si quieren conocer un poco más de la gastronomía local, puede probar el curanto, una preparación de alimentos que viene de los mapuches, y en la que se coloca bajo tierra y sobre piedras calientes distintos tipos de carnes y vegetales, para luego taparlo y dejar que se cocinen allí. Y no dejen de acompañarlo con una buena cerveza artesanal; la región cordillerana tiene algunos de los mejores brew masters del país.
Nos vamos ahora para la Meseta, donde la referencia obligada es el cordero. No es para menos; se trata de una carne mundialmente famosa, y muy buscada por locales y turistas. La preparación más tradicional es asado, pero también se lo puede hacer a la sartén o en olla.
Y cerramos nuestro recorrido por las 4 regiones de la provincia con la región del Valle, famosa por su producción de frutas, a lo que hay que sumar la creciente presencia de bodegas, donde se pueden encontrar vinos, espumantes y sidras. Las manzanas de la zona son mundialmente famosas, y se las exporta a muchos países. Los visitantes pueden sumarse a los recorridos por bodegas y fincas, y conocer así de primera mano algunos de los mejores productos locales, desde preparaciones con frutas hasta vinos y espumantes.
Hay que tener curiosidad y capacidad de sorpresa para descubrir estos sabores y sobre todo buen apetito. El resto llega solo, con historias y aromas que encierran décadas de tradición.
Comencemos el viaje culinario por la región de la costa, que una gran tradición basada, claro, en los frutos de mar. Localidades como Las Grutas y La Rinconada son muy buenos lugares para comenzar con la exploración. Por su ubicación, siempre está la posibilidad de probar platos realizados con pesca fresca y del día, algo que no es tan fácil en otros lugares de Argentina. Hay varios clásicos con mariscos, que va desde su combinación con pastas hasta las cazuelas y escabeches. El pulpito, uno de los productos más buscados en el Golfo de San Matías, también puede ser preparado de la misma manera. Si lo que les interesan son los pescados, hay una amplia variedad: lisa, róbalo, pejerrey, lenguado, salmón de mar, entre otros. Entre los más pedidos en los restaurantes se encuentran las salmoneadas, que es una combinación de varios platos como cazuela de mariscos, pulpitos en escabeche, rabas y almejas gratinadas, entre otros productos. Otra opción es la paella, un clásico de la zona.
Claro que la pesca no se limita a la Costa. La región cordillerana, con sus lagos, nos ofrece una muy buena alternativa, como la trucha, que se puede incluir en múltiples preparaciones. Si seguimos en la Cordillera, hay una gran tradición de tortas y repostería. Por un lado, toda la región es famosa por la calidad del chocolate que produce. Y por otro, gracias a la presencia de fruta fina, se pueden crear grandes combinaciones en tortas y bombones. Otro punto importante de la región cordillerana es el desarrollo de productos ahumados, en particular pescados como la trucha y los quesos. Y si quieren conocer un poco más de la gastronomía local, puede probar el curanto, una preparación de alimentos que viene de los mapuches, y en la que se coloca bajo tierra y sobre piedras calientes distintos tipos de carnes y vegetales, para luego taparlo y dejar que se cocinen allí. Y no dejen de acompañarlo con una buena cerveza artesanal; la región cordillerana tiene algunos de los mejores brew masters del país.
Nos vamos ahora para la Meseta, donde la referencia obligada es el cordero. No es para menos; se trata de una carne mundialmente famosa, y muy buscada por locales y turistas. La preparación más tradicional es asado, pero también se lo puede hacer a la sartén o en olla.
Y cerramos nuestro recorrido por las 4 regiones de la provincia con la región del Valle, famosa por su producción de frutas, a lo que hay que sumar la creciente presencia de bodegas, donde se pueden encontrar vinos, espumantes y sidras. Las manzanas de la zona son mundialmente famosas, y se las exporta a muchos países. Los visitantes pueden sumarse a los recorridos por bodegas y fincas, y conocer así de primera mano algunos de los mejores productos locales, desde preparaciones con frutas hasta vinos y espumantes.
Hay que tener curiosidad y capacidad de sorpresa para descubrir estos sabores y sobre todo buen apetito. El resto llega solo, con historias y aromas que encierran décadas de tradición.